Tal mes como hoy, el 31 de marzo de 1993, moría el actor Brandon Lee, hijo del legendario Bruce Lee. Como muchos recordarán, no fue una muerte cualquiera, sino fruto de un desgraciado accidente en el plató de El cuervo, que estaba rodando bajo las órdenes de Alex Proyas. Todo se trató de una desafortunada negligencia relacionada con las armas de fuego utilizadas para la película: en el set se estaban usando dos tipos de munición en función del plano requerido; al cambiar de un tipo al otro, los especialistas no se percataron de que un resto de proyectil había quedado dentro del cargador y al introducir la nueva munición, que tan sólo debía producir el efecto de la explosión, el arma disparó efectivamente el proyectil que todavía contenía la cámara. Lee fue herido de gravedad en el abdomen, y fallecía de madrugada, tras seis horas de operación.
Alex Proyas solicitó permiso a la familia para terminar la película, en cuyo rodaje Brandon tan sólo debía participar tres días más, y ésta se lo concedió. Hubo que recurrir a re-escrituras de guión, utilización de dobles, e incluso efectos digitales para superponer en ciertos momentos la cara del fallecido a la del sustituto de turno (lo cuál no deja de resultar bastante novedoso para la época). El cuervo se estrenaba con éxito al año siguiente, y la que debía haber sido la lanzadera de Lee como actor, se convirtió en su último trabajo. Pese a todo, la película alcanzó estatus de culto, y la muerte de su protagonista hizo correr ríos de tinta, además de empezar a relacionarla con la de su padre (siempre cubierta de dudas), y envolver ambas en un halo de tintes casi paranormales. El último pensamiento que muchos tuvieron respecto a Lee fue cuando, ya en 2008, conocimos de la muerte de Heath Ledger tras terminar su espléndido trabajo en El caballero oscuro de Christopher Nolan. Abundan sin duda las diferencias, pero hay detalles que los unen en la tragedia y en la psique del que los mira con mórbida curiosidad: ambos tenían 28 años; ninguno de los dos llegó a ser testigo de su propio éxito…
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