Archivo mensual: octubre 2018

5 títulos para la noche de Halloween

Tenemos a la vuelta de la esquina la víspera de Todos los Santos, y por mucho que podamos argüir apropiación cultural, omnipresente influencia anglosajona, etcétera, etcétera, lo cierto es que esta noche resulta ideal para una buena sesión de cine de terror.  Y como siempre es mejor preparar con algo de antelación, para que no os pille el evento en ropa interior os proponemos algunas películas que pueden amenizaros la velada. Pasaremos por alto la homónima de la noche, de la que ya hemos hablado últimamente, así como las ideas más obvias. Lo cual no quiere decir que las integrantes de la lista sean necesariamente obscuras. Aquí va el menú variado, como es de nuestro gusto:

Dark Water (Hideo Nakata, 2002)

Mientras Hollywood ultimaba la forma  en que nos iba a bombardear con remakes mediocres de las fantásticas películas de género que llegaban desde Asia, el director de The ring (1998), una de las pioneras de aquella hornada, estrenaba de nuevo. Puede que Dark Water no fuera la obra maestra que la anterior, pero rallaba a gran altura. Una nueva historia de fantasmas que creaba una sensación de misterio y aislamiento muy personal gracias a su especial cadencia. Con ella Nakata nos removía en el asiento mediante el asedio a una mujer divorciada y su hija, y nos recordaba la importancia de tener un buen servicio de mantenimiento en nuestras fincas.

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Crónica Sitges 2018 (IX): El maestro del horror

Todo lo bueno se acaba, y estos últimos días de festival se presentan bastante relajados a nivel de proyecciones. En parte porque nuestro pase llega hasta donde llega, en parte porque tenemos prevista alguna que otra actividad más allá de la fagocitación compulsiva de películas.

Por ejemplo, ir al encuentro con Peter Weir, uno de los invitados estrella del festival aunque no llene carpas como Nicolas Cage. El director australiano destila tranquilidad y se da poca importancia, cosa que le honra teniendo en cuenta que en su filmografía figuran cosas como Único testigo (1985), El club de los poetas muertos (1989) o El show de Truman (1998). Weir cuenta cómo de joven recorrió mundo, lo cual despertó su interés por la creación cinematográfica; cómo graba sus guiones en audio y les añade efectos de sonido para escucharlos mientras conduce y detectar los cambios que debe introducir; o cómo su trabajo previo con los actores incluye pasear con ellos y charlar de temas ajenos a la película. El tipo de cosas que hacen comprender un poco mejor por qué su obra destila esa atmósfera especial, por qué nos parece percibir en sus películas un matiz espiritual.

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Crónica Sitges 2018 (VIII): Existencialismo y Nueva Carne

A estas alturas del certamen tenemos la sensación de que ya hemos hecho casi todos los deberes que nos habíamos planteado (o como mínimo, los que eran factibles), así que hoy asistimos a las salas con cierta relajación y la mente abierta. Con el pensamiento de «a ver qué nos cae», pero sin esperar la gran revelación del año. Y nos sale un día la mar de apañado.

En el último momento, decidimos abrir la mañana con Await further instructions. Producción independiente, la película va de reuniones familiares en Navidad (es inglesa, al fin y al cabo), con la particularidad de que las relaciones son tirando a tensas, y que para más inri el grupo va a quedar confinado en casa después de que ésta quede sellada por una suerte de coraza metálica que parece tener vida propia. La cinta sabe estrujar sus escasos recursos y evita darse aires de grandeza. Importante en una producción de estas características, los diálogos están escritos con bastante gracia, generando conflictos interesantes entre los miembros de una familia que cuenta con un algunos clichés andantes muy bien llevados. Si a eso se le añade el toque de ciencia ficción, queda un survival que combina ágilmente situaciones ya vistas con pinceladas de identidad propia. Nos han comentado que el director es fan del Tetsuo de Shinya Tsukamoto (1989), y si ya puede atisbarse la referencia cuando los protagonistas son encerrados en la vivienda por ese ente extraño, queda meridianamente claro en los últimos compases de la película, en que se readaptan ideas visuales del clásico experimento cyberpunk. Una grata sorpresa con un discurso planteado de forma un tanto anacrónica (la caja tonta es la fuente de la paranoia y el sinsentido) pero que en líneas generales es universalmente válido (porque sí, las pantallas de manera genérica han acabado por atontarnos bastante).

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