[Vista en el ciclo ‘¿Te las perdiste? ¡Sonríe!’ de los cines Renoir.]
Pasada ya la época de oro de las adaptaciones ‘serias’ del cuerpo literario clásico español, solamente queda la renovación. Al atacar Bodas de sangre de Federico García Lorca, Paula Ortiz debió encontrarse ante la disyuntiva de orientar su discurso de una forma clásica y canónica, o bien de dar un salto al vacío y apostar por una visión posiblemente parcial, pero en cualquier caso eminentemente personal de la obra que utilizaba. Como el espectador percibe desde el primer instante, la directora optó por la senda más peligrosa, pero seguramente también la única con posibilidades de éxito.