Conviven dos películas distintas en «La delicadeza»: una es gris e insulsa, la otra luminosa y deliciosa. La mala noticia es que se reparten el metraje aproximadamente por la mitad. La buena, que son dos compartimentos estancos que se suceden en el orden menos dañino para el conjunto.
Cuesta, pues, emitir una valoración sobre esta mezcla de romance y comedia dramática que gira alrededor de Audrey Tatou, aún con el sambenito de «Amélie» para el gran público, pero que en este papel se separa por completo, y con éxito, de aquel registro.