(Nota: La siguiente crítica proviene de una breve valoración de la película tras asistir a su proyección en el Festival de Sitges 2011, por lo que el nivel de detalle puede no ser el deseado, dada la distancia en el tiempo.)
El atrevimiento de Kevin Smith es considerable. Tras dedicar su carrera cinematográfica exclusivamente al género de la comedia, realiza un salto al vacío con su última película, una mezcla de géneros un tanto singular (que podría enmarcarse tal vez dentro del suspense) y de la que sale notablemente airoso.
Smith siempre ha conseguido -y por ello se le ha reconocido- unos diálogos frescos, que atrapaban con facilidad al espectador en un mundo freak y lleno de personajes carismáticos. En el caso de «Red State», el cambio de tono acometido, con una historia centrada en una secta cristiana radical, transforma completamente la forma -y hasta cierto punto el fondo-, pero no resta validez a la mayor virtud del autor, que mantiene su pluma bien afilada y nos regala algunos momentos muy interesantes, como el discurso de un inmenso Michael Parks ante su entregada parroquia (que a más de uno se le atragantará por el hipnótico pero larguísimo plano de seguimiento que lo acompaña).
No realiza el de Nueva Jersey un análisis profundo del fanatismo religioso, pero sí que lanza suficientes dardos como para completar una ácida crítica que, de forma valiente, no deja títere con cabeza en su discurso. Hay que sumarle a esto una dirección donde demuestra mayor soltura tras la cámara que en otras ocasiones. A nadie se le escapa que, en su faceta como realizador, Smith no destaca -algo que él mismo ha reconocido-, pero consigue imprimir ritmo y desarrollar con nervio la situación extrema que plantea la historia, alcanzando momentos de una crudeza que sorprende.
Así pues, «Red State» funciona como interesante y necesario revulsivo dentro de una cartelera por lo general tan adormilada ideológicamente como el grueso de nuestra población, no por ello renunciando al entretenimiento, mientras reparte un par de bofetadas al espectador de turno.
PlanoContraPlano 