Nos disponemos a asistir al 21è Festival de Cinema Independent de Barcelona, o lo que es lo mismo, L’Alternativa, certamen dedicado a esos productos marginales que difícilmente verán la luz en nuestras pantallas. Desde PlanoContraPlano trataremos de ofrecer, por así decirlo, un picoteo de lo que se puede ver por el festival, con el objetivo de captar su filosofía y, a la vez -y como siempre-, hacer una valoración crítica de las obras que por allí se exhiben.
Para abrir boca, asistimos a la inauguración que, curiosamente, opta por una sesión retrospectiva para dar el disparo de salida. Se trata de Touki Bouki, película del senegalés Djibril Diop Mambéty, cineasta clave -a pesar de su corta filmografía- dentro del panorama cinematográfico africano. Debemos aquí admitir nuestras limitaciones al valorar su obra, dado que se trata de una cinematografía prácticamente desconocida para nosotros. Las primeras impresiones, en cualquier caso, son encontradas. Touki Bouki es interesante a nivel plástico, pero también desconcertante a nivel narrativo. La aridez del paisaje retratado se traslada también al desarrollo de la historia, mínima, en la cual se intercalan sin complejos episodios inconexos con su trama principal, que avanza muchas veces a trompicones y que, sin embargo, contiene una particular belleza en bruto. Entramos en nuevos territorios, y es pronto para postularse con decisión. En cualquier caso, en sus fotogramas (que datan de 1973) se dejan sentir los vientos de los nuevos cines, lo cual es estimulante.
Nos paramos un rato, ya durante la segunda jornada del festival, en el Hall del CCCB, epicentro de las proyecciones gratuitas y espacio de concepción ‘libertina’ para el espectador (abundan los pufs y cojines para acomodarse en el suelo, cuelga incluso una hamaca por los alrededores). Se proyecta en esta ocasión una colección de piezas que se ha dado en titular «Bestieses», por tener como centro de atención el mundo animal -siempre en contextos humanos, eso sí. Desgraciadamente, la definición ‘bestiesa’, en su acepción menos benévola (para los no conocedores del catalán, se podría traducir como ‘estupidez’), me parece adecuada para parte de lo que veo, segmentos con más ínfulas que interés artístico real. Cabe destacar, aún así, la breve Living Fossil, en que la textura visual y sonora conjuga de forma misteriosa con los sujetos protagonistas, unos arcaicos cangrejos herradura en mitad de la noche. Graciosa An animation about a rabbit (Una animación sobre un conejo), fugaz ‘cosa’ (como él mismo la describe) de Chris Macfarlane. También interesante Alles was irgendwie nützt (Todo lo que es útil de alguna forma), una obra realizada a base de fotos antiguas que retratan experimentos con animales y que guarda reminiscencias con el clásico La sangre de las bestias de Georges Franju (1949) -película, por cierto, cuya influencia también podía atisbarse en algunas secuencias de Touki Bouti.
Nos metemos de lleno en la Sección Oficial, y lo hacemos con Go Forth (Adelante), del argelino afincado en Francia Soufiane Adel. Patinazo en toda regla. La película de Adel puede dividirse de forma bastante clara en tres bloques: el primero, una entrevista a la abuela del realizador, que explica su historia personal en relación a su origen y su patria de adopción; el segundo, conformado por cintas Super 8 de una amiga, con grabaciones de los años 40 a los 60 (si no me falla la memoria) que retratan escenas de la vida colonial y de las tribus negras de Argelia (raza a la cual no pertenece la familia de Adel); la tercera, unos planos aéreos realizados gracias a un drone, que sobrevuelan la barriada del director, acompañados de algunas reflexiones personales. Así de inconexo como suena, así se sucede en la película. Imágenes de uno y otro formato van mezclándose, pero sin establecer un diálogo entre ellas ni un mensaje unitario. El relato de la abuela no consigue alzar el vuelo casi nunca, y de las imágenes con drone, por muy elevada que se sitúe la cámara, mejor no hablamos, puesto que no aportan nada más que el relleno necesario para superar la hora de proyección. Posiblemente, hubiera sido mejor idea centrarse en las bonitas películas de Super 8 y trabajar sobre ellas en un mediometraje con sentido, pues es lo único que tiene de atractivo la cinta.
Algo desanimados, continuamos con otro documental que, sin ser la octava maravilla, mejora bastante lo presente. Se trata de Sauerbruch Hutton Architekten (Sauerbruch Hutton Arquitectos), un recorrido del realizador Harun Farocki (presentado de forma póstuma) por el despacho de arquitectos que da nombre a la película. Con un planteamiento cien por cien observacional, Farocki acompaña al grupo de trabajo durante unos meses, y a través de diferentes proyectos en fase de concurso o de construcción, según el caso. Vemos cómo el equipo escoge colores, decide mobiliario, plantea ideas en el diseño de edificios. Viene a la memoria el At Berkeley de Frederick Wiseman, que pudimos disfrutar hace unos meses. Pero carece de la potencia en el discurso que caracterizaba aquel exhaustivo recorrido por la institución pública; Farocki no articula una propuesta formal particular, y a la vez no consigue desarrollar un tema con enjundia. Es un documental efectivo, que interesa por la propia atracción que pueda generar el presenciar el trabajo de los profesionales retratados, pero el resultado es mecánico, no nos deja penetrar en la intimidad de los personajes, y a la vez no contiene un desarrollo que nos proporcione una sensación plena, que cierre el círculo entre inicio y final (como sí conseguía también, por ejemplo, el muy interesante El Bulli: Cooking in Progress). No tiene el ‘plus’, en definitiva, que uno esperaría de un documentalista reputado.