Hay otra pieza de la Sección Oficial de L’Alternativa que nos había quedado colgada. Una que no pretende sentar cátedra o entrar en debates intelectuales, sino elaborar un relato y, como todo el buen cine, hablar de paso de la condición humana.
Posiblemente una de las cosas más complicadas para un cineasta es encontrar un personaje sobre el que valga la pena hacer una película. Así que si ese personaje es tu tío, tienes el viento de cara. En Donkeyote, Chico Pereira sigue el periplo de Manolo, un jubilado que se pasa el día dando tumbos por el campo con su burro, y que decide cruzar el charco para irse de ruta por Estados Unidos. Conforme avanza la historia, uno ya se puede imaginar que ese viaje nunca va a llegar a producirse, o bien que no es el foco de esta película. Pero también puede atisbarse que, al final, lo que Pereira quiere transmitir con su documental es que el Oeste puede estar a dos pasos de tu casa. Que la épica introspectiva de la road movie puede hallarse sin apenas darse cuenta mientras se busca, en una simple travesía a pie por Andalucía. La cuestión está, en definitiva, en cómo miramos las cosas. Y si algo puede chirriar tal vez en este pequeño viaje, es la sensación de que el director ya sabía hacia dónde se dirigía, que Donkeyote sigue un camino con final predeterminado. Visto desde ese punto de vista, el relato pierde algo de su frescura natural. O quién sabe, tal vez no, y es todo fruto de los mismos acontecimientos y la capacidad de adaptación del cineasta en conjunción con el carácter de su protagonista. Entre tales dudas, quedan siempre los recodos de un camino todavía por recorrer, la sensación de redescubrimiento y la determinación de un señor muy particular acompañado de su moderno Platero.
Puede que L’Alternativa sea el único festival en el que estamos genuinamente interesados por la sección de cortos. Ya lo hemos dicho en otras ocasiones, siempre se encuentran aquí puntos de vista interesantes, innovaciones o alguna píldora que llevarse puesta. Con todo, este año la cosecha no ha sido especialmente fuerte. De los packs que conforman las películas a competición, hemos visto los dos primeros -lástima, porque el ganador, La bonne éducation, quedó precisamente incluído en Curts 3.
Sin duda lo que más nos ha gustado de este apartado es Meryem, un documental que nos coloca en pleno conflicto bélico sirio. Acompañamos durante apenas un cuarto de hora a una milicia que batalla en Kobani, compuesta principalmente por mujeres. Y vivir durante unos instantes aquello hiela la sangre. Se mezcla la admiración por la valentía de los protagonistas con la tristeza por la situación que les toca vivir. La sorpresa por el humor, la entereza e incluso la calma con la que sobrellevan el día a día, con el miedo de pensar lo que les puede pasar si caen en manos del enemigo. Meryem es desarmante, y más en tanto en cuanto se hace evidente que la lucha de estas milicianas no es solo por su tierra, sino en defensa de sus derechos como mujeres en un mundo que las ha menospreciado de forma sistemática.
De repente, el resto parece pequeño en comparación. Pero es importante que haya de todo en la viña del Señor. Y vemos también dos piezas en forma de collage que tienen su interés y llaman la atención por su enfoque y falta de gravedad. La primera es It was still her face, que hace un montaje en base a representaciones pictóricas de la mujer en el cine clásico. Crea así un discurso en el que resalta el componente fantasmal que las envuelve y su naturaleza como objeto de deseo y obsesión por parte del hombre de turno (inexplicablemente, no aparece ninguna imagen de Vértigo -A. Hitchcock, 1958-). La segunda es The Kodachrome Elegies, que hace una somera disección de la forma de ver el mundo en una época determinada a través del uso de la emulsión del título, muy popular entre los años 30 y los 60. Desde el espíritu naif propio de un territorio recién descubierto, hasta los famosos fotogramas del asesinato de JFK filmados por Abraham Zapruder.
Por último, Étrange dit l’ange se encuentra al borde del precipicio, pues peca de exceso de esteticismo y algo de autocomplacencia. Pero el viraje al fantástico de su desenlace la redime y hace que nos parezca bastante apreciable en retrospectiva (sin contar con que, efectivamente, es estéticamente resultona). Y J’aime les filles es un pequeño recopilatorio de historias personales de lesbianas que cuentan sus primeras experiencias amorosas, sin mayores consecuencias, bastante discursivo, pero también simpático. De hecho, termina por llevarse el Premio del Público. Sobre el resto de cortos, no nos queremos extender. Son algunas piezas que nos han parecido largas en exceso y/o mucho más vacías de lo que pretenden sus autores. Así que nos dedicaremos a menesteres más productivos.
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