Crónica Sitges 2015: Primer día

Madrugada, carretera, acreditación y sala. Un año más, aterrizamos en el Festival de Cine Fantástico de Sitges, uno de los más importantes del mundo y, para muchos, el favorito, con la intención de fagocitar todo el cine que sea posible. Así pues, cómo desaprovechar la oportunidad de comenzar a ver películas cuanto antes, a poco más de las ocho de la mañana. Por delante tenemos nueve días bañados de celuloide. He aquí lo que nos encontramos.

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Estrenamos la nueva sala de proyección del festival, la Tramuntana, que hasta ahora se había utilizado básicamente para la realización de clases magistrales, encuentros con directores y alguna que otra proyección de segunda. Se trata posiblemente de la gran novedad de esta edición. Reacondicionada para la ocasión, con butacas de cine y una pantalla ligeramente ampliada, resulta aceptable pero algo escasa para su cometido, dada la falta de inclinación de la grada, las limitadas dimensiones de la pantalla (como es natural) y el modesto sistema de sonido. Más avanzado el festival, la organización comenta que mejorará el espacio de cara a la próxima edición, algo que seguro todo el mundo agradecerá.

Es en este espacio que inauguramos la sección oficial a competición, con We are still here, producción independiente de fantasmas que sigue la estela de The conjuring (James Wan, 2013), aunque sin llegar a la sofisticación de ésta. El esquema es más o menos el habitual, con una pareja que se muda a un nuevo hogar en el cual comenzarán a ocurrir fenómenos inexplicables y nada agradables. La dirección es elegante, con explosiones de violencia sorprendentes dentro del tono general de la película y del género que homenajea, que hacen recordar aquella cinta de 2008 con Famke Janssen, Arresto domiciliario. Desgraciadamente, las interpretaciones femeninas de la que nos ocupa no están a la altura, sobretodo en el caso de Lisa Marie, difícil de integrar en la atmósfera setentera de la historia debido a sus retoques faciales. Al final, We are still here opta por mezclar diferentes subgéneros, lo cual da un toque distintivo a la película. Sin ser una ópera prima remarcable, la cinta del americano Ted Geoghegan resulta entretenida.

Continuamos, ya en la gran sala del certamen, el Auditori, con la agraciada para inaugurar oficialmente el festival. A diferencia de las últimas ocasiones, no se trata de una película de participación catalana, lo cual no habla muy bien de nuestra producción durante los últimos meses. En cualquier caso, nos topamos con La bruja de Robert Eggers, cinta premiada en Sundance por su dirección y que, efectivamente, si por algo destaca, es por el gusto exquisito en este apartado, acompañado de una fotografía seca, gris, que nos sumerge en el barro del siglo XVII en Nueva Inglaterra. La película se centra más en el duro modo de vida y la omnipresencia de la religión en aquel entorno que en el puro terror, aunque los elementos de género se encuentran precisamente imbricados de forma inseparable a dichos temas. Eggers deja muchas cosas inexplicadas, demanda una fuerte complicidad por parte del espectador para entrar en su juego de narración pausada, áspera, de grandes espacios en blanco, sin personajes con los que sea fácil empatizar. Los medios son buenos y bien aprovechados, los actores también, incluidos los infantiles. Aunque a la historia le falta algo para alcanzar la excelencia, el clímax, sin mediar palabra, consigue elevar la sensación general que deja la película, sin duda positiva, y por encima de las inauguraciones de las últimas ediciones.

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Tras ello, toca ver lo último de Terry Jones, que no se ha prodigado demasiado en las lides cinematográficas durante los últimos años. Presenta en el festival Absolutely anything, en la cual el simpático Simon Pegg recibe poderes por parte de unos extraterrestres para hacer precisamente, y como reza el título, aquello que le plazca. La película cuenta con un puñado de gags divertidos, pero resulta descafeinada y tremendamente decepcionante proviniendo de Jones, una figura que en el pasado innovó tanto al forzar los límites del humor y de la estructura del gag con los Monty Python. Y es que Absolutely anything es esencialmente canónica, adaptada a los baremos de la comedia contemporánea menos estimulante, con errores garrafales entre los cuales una banda sonora sobadísima, propia de cualquier película de perfil bajo, o unas partes femeninas propias de una comedia romántica de tres al cuarto. (La profunda desazón no impide que me emocione al encontrar al director en el vestíbulo del hotel Melià, y vuelva a casa como un niño con juguete nuevo cuando me firma una copia de La vida de Brian. Al César, lo que es del César.)

Trasladamos el centro de operaciones al núcleo de Sitges, concretamente al mítico cine Retiro, para ver la primera película coreana de la edición, The treacherous, un drama de época con un rey loco en busca de concubina en el centro de la trama. La cuestión queda bien resuelta, como es habitual en las producciones de esta clase pero, también como viene siendo habitual, se alarga más de lo necesario. Eso sí, las traiciones, el romance, la acción y los momentos de softcore culpable (al fin y al cabo, estamos entrando en los terrenos de la esclavitud sexual, por muy siglo XVI que sea, y aunque la venganza planee a lo largo de toda la película), no nos los quita nadie. El Retiro sube de temperatura y de melodrama al mismo tiempo, algo nada desdeñable.

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Si hay alguien que puede redondear la jornada, ahora en la cuarta sala en discordia, el cine Prado, ese es el inefable Takeshi Kitano. Inexplicablemente encuadrado en el apartado Noves Visions (no olvidemos que lleva ya 25 años haciendo cine, y tenemos asimiladas sus formas), trae al festival Ryuzo and his seven henchmen. Una película de abuelos yakuza. Qué puede salir mal. Como ya sabemos, la comedia es algo natural para Kitano. Domina el qué, el cuándo y el cómo, desde el toque más sutil hasta el más grosero (chistes de pedos incluidos). Y, sin embargo, falta en Ryuzo and his seven henchmen esa chispa de sus mejores creaciones, esa profundidad cuasi impalpable que la eleve más allá de la buena comedia ligera que es. El posicionamiento político, que decía el compañero @LeFossas; y probablemente lleve la razón. Porque, al fin y al cabo, si algo le ocurre a la última entrega de Kitano, es que es demasiado inocua. En cualquier caso, mañana será momento de continuar la búsqueda.

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4 Respuestas a “Crónica Sitges 2015: Primer día

  1. Lo de La Bruja es una película para madurar como mínimo un día. Salvo un par de detalles, como los dos planos finales, que yo borraría de un plumazo y el dudoso exorcismo al hijo mayor, la película está excelentemente realizada. Quizás no tanto como por algunos lares la tildan de obra maestra, pero a pesar de su inconstante ritmo como si fuera una marea que sube y baja, sí, me parece muy digna.

    • Obra maestra no es, por supuesto. Aún así, los pasajes que tú dices a mi me parecen interesantes. Es cierto que gana en el recuerdo, como muchas otras del festival.

      • El exorcismo no fue del todo convincente, aún en versión original. Y el plano final como que no encaja en la propuesta, que funciona mejor insinuando que mostrando, del resto ninguna queja.

  2. Pingback: Selección de estrenos: enero 2020 | PlanoContraPlano

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