Cómo entrenar a tu dragón 2

El director y guionista Dean DeBlois afirmaba sobre su nueva película que ha sido más agradecida de realizar que la previa «Cómo entrenar a tu dragón» (D. DeBlois y C. Sanders, 2010) puesto que, en una secuela, el público ya conoce a los personajes y el universo en el que se mueven, por lo cual puede ir al grano, explicar algo nuevo sin necesidad de dar rodeos, y experimentar y expandir el mundo que ha creado de antemano. Sin duda, «Cómo entrenar a tu dragón 2» cumple con las premisas enunciadas por su artífice e influenciadas, según sus propias palabras, por la saga de «La guerra de las galaxias» -que sigue extendiendo sus tentáculos a pesar del discurrir del tiempo. Así, las nuevas aventuras de Hipo, su dragón Desdentado y toda la pandilla de familiares y amigos que vienen detrás resultan estimulantes, en cuanto DeBlois ha decidido componer una historia verdaderamente para todos los públicos, en la que sus personajes han crecido, cargan con el peso de sus pasados y deben enfrentarse a nuevos retos que conformarán su ‘yo’ futuro.

Los personajes crecen, como en la vida misma.

Cabe, de la misma forma, evidenciar el conservadurismo de su estructura dramática, que deja poco margen a las salidas del canon en lo que respecta tanto al argumento como al dibujo de sus arquetipos, con todo lo bueno y lo malo que ello comporta. Los protagonistas nos importan, la historia nos entretiene en todo momento. Pero, aunque sigue el manual de la buena aventura iniciática de manera similar a su predecesora -no deja de ser una variante de aquélla-, con la ausencia del factor novedad (lo que para el director supone una ventaja), los mimbres más o menos convencionales de la ficción quedan a la vista de forma más evidente, el resultado no alcanza la misma frescura.

Resulta valiente, eso sí, la decisión de hacer madurar a los personajes, de situarlos en una franja de edad alejada de su público objetivo natural. Detalles como ése demuestran una confianza admirable en las fortalezas propias de la película. Que no son pocas. Aunque conviven, eso sí, con ciertas tensiones internas. «Cómo entrenar a tu dragón 2» contiene grandes momentos humorísticos, pero por lo general es más grave, sin tantas concesiones a la distensión y el dibujo desenfadado de personajes, que se limita al terreno de los secundarios. Cuenta también con instantes de gran carga emocional -hay reencuentros para enmarcar-, pero el conjunto no alcanza la misma intensidad dramática que atravesaba finamente la primera entrega. Peca, tal vez, de ser aún demasiado dependiente de los patrones hollywoodienses. Una buena muestra de ello es la presentación del nuevo personaje interpretado por Cate Blanchett, en una secuencia aérea de una belleza solemne, que es puro Ghibli, donde DeBlois se permite el lujo de hacer un parón y relajar el ritmo, pero que resulta una excepción dentro del conjunto, que pocas veces se deja llevar por su propia belleza.

Esa belleza, si bien no explotada al cien por cien, es, a pesar de todo, inevitablemente palpable. Y los principales valores y virtudes de lo que es ya una saga se mantienen firmes. La mejor prueba de ello es su alegato pacifista, enunciado de manera directa y con orgullo, de una forma que algunos podrían tachar de naif pero que resultaría de un cinismo preocupante despachar con tanta ligereza. Cuando corren los títulos de crédito, la satisfacción predomina.

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