[Vista en el 47è Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya – Sitges 2013. Sin fecha prevista de estreno en salas comerciales.]
Resulta inevitable, al hablar de «The green inferno» de Eli Roth, compararla con «Holocausto caníbal» (Ruggero Deodato, 1980), pues el mismo Roth recurre a ella para titular su nueva obra. Quién iba a decirnos -o quizás ya lo intuíamos, pero no queríamos darlo por sentado- que el director que revolucionó a medio mundo en 2005 con «Hostel», marcando los límites de lo aceptable en la violencia para el público mayoritario, se quedaría a medio fuelle esta vez. Y, siendo justos, no es que «The green inferno» sea menos bestial que «Hostel», pero al tirar de hemeroteca no queda otra que reconocer que sí lo es menos que su obra de referencia. Y desde ella han pasado ni más ni menos que treinta años.
En cualquier caso, «The green inferno» tiene otros problemas de fondo, más allá de su nivel de ‘escabrosidad’. Y el principal de ellos viene dado por el posicionamiento que se desprende del desarrollo de la película. Cabe recordar las palabras de Roth a su paso por el Festival de Sitges de este año: «Toda la clase política estadounidense merecería ser devorada» y «quiero puntualizar que no tengo nada, ni mucho menos, en contra del activismo. Sí en cambio contra aquellos que lo hacen cómodamente, sin implicarse y arriesgarse realmente por ello. No se trata sólo de pulsar un ‘me gusta’ en Twitter o abrir una página en Facebook».
Analicemos, pues, lo que plantea la película, frente a la ideología que profesa el director, crítica con el ‘status quo’ actual y a favor de una mayor implicación social por parte del ciudadano (atención, spoilers): durante la primera parte de «The green inferno», unos activistas universitarios organizan y llevan a cabo una performance para detener la destrucción del Amazonas. Hasta aquí todo bien, más allá de que la mayoría de esos estudiantes sean representados como repelentes y/o hijos de papá (incluída la protagonista, una ‘pija con conciencia’).
Llega (abruptamente y sin solución de continuidad) el siguiente segmento de la película: los mismos estudiantes son devorados por una de las tribus a las que intentan proteger. El máximo artífice de los activistas se revela como un auténtico villano, que merece el fin que se le da. El resto del grupo, buena gente, debe luchar por salvar sus vidas, con dispar resultado. Mientras van cayendo, inevitablemente, uno odia cada vez más a los puñeteros indígenas -que arrasen la selva, si hace falta-, o bien los ama por eliminar a unos personajes tan insulsos -que los maten ya a todos y mejoren sus dotes interpretativas en otra vida.
En cualquier caso, ¿donde queda el mensaje? Roth desprecia al activista de sofá, pero dedica una película de hora y media a eliminar, lentamente y con saña, no a éstos, sino a los que están dispuestos a viajar a Sudamérica y enfrentarse a unos mercenarios para conseguir detener la destrucción de la selva y las desconocidas tribus que la habitan. Por si fuera poco, dibuja a los jóvenes como seres estúpidos e interesados, mientras que su motivo de protección resulta desalmado, odioso y desagradecido.
La seminal «Holocausto caníbal» era sin duda ambigua también en este aspecto. Uno no puede dejar de ver en su argumento una excusa para rodar las escenas escabrosas que salpican su metraje (muy efectivas, todo sea dicho). Pero, si a pesar de ello, alguien quería rascar algo y analizar el contenido de la cinta, se hallaba en ella un cierto tono humanista -aunque éste fuera muy infantil-: aquellos que son capaces de respetar lo desconocido (por muy salvaje que sea), sobreviven; los que no demuestran ninguna consideración y revelan una mayor brutalidad que su propio objeto de estudio (pues su violencia está movida por el egoísmo y la premeditación), sucumben a él.
¿Qué se puede extraer, por lo tanto, de todo este tinglado? Si «The green inferno» no pretendía tener ningún tipo de mensaje, desde luego no está construida de la forma más adecuada, ya que hace hincapié sobre la iniciativa activista durante prácticamente la mitad de su metraje. Si, por el contrario, tenía la intención de implicarse ideológicamente, acaba por expresar lo contrario que declara su realizador. Tanto en un caso como en otro, nos encontramos ante un traspiés monumental, que únicamente se salva por ser una película medianamente entretenida y aportar un par de escenas gore con gracia, además de la innegable belleza de su protagonista, Lorenza Izzo. Quien pretenda disfrutar de una muestra de cine extremo, hará mejor en revisar el enfermo clásico que la presente homenajea. Quien quiera descubrir una pequeña joya con sensibilidad proteccionista bien traída, siempre podrá recuperar «La selva esmeralda» (1985), de John Boorman.
En definitiva, hay una escena que refleja perfectamente la naturaleza de lo último de Eli Roth: tras ser apresados los protagonistas por los caníbales, tiene lugar un primer sacrificio, brutal y sanguinario. Poco después, una de las compañeras de la expedición sufre un incontenible ataque de diarrea. Las expresiones de asco y las (cómicas) reacciones de terror de sus compañeros son más exacerbadas ante esta chica cagando que ante su amigo siendo descuartizado en vivo y por sorpresa. Como ya apuntábamos, tras la superfície de «The green inferno» se esconde el vacío más absoluto.
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Traslado la conversación que se ha generado en facebook a raiz de la crítica:
Albert Pradells Dintre de lo seu, és soportable, i té un missatge molt potent
Zyssa Yöpiz Estic d’acord amb tu, David: mooolt fluixa, la miris per on la miris.
David Vilaplana Cantero Albert, per mi el problema és el que missatge (volgudament o no) és ultrarreaccionari. Em va impossibilitar de poder gaudir del festival.
Albert Pradells EL meu comentari no diu que sigui fluixa. A mi em va caure al Marató, i ves, la vaig aguantar. Les gore no són del meu gust.
Albert Pradells És un «Holocausto Canibal» es diu. MENTIDA! Holocausto Canibal és molt més violenta, molt més insoportable.
Quan jo dic que és soportable dintre lo seu, és que el nivell gore de aquesta (Green Inferno) es pot aguantar, no és molt exagerat…
Albert Balbastre ultrareaquè?
Samdra Rogen L’Eli diu lo del missatge per semblar mes interessant, pero no deixa de ser un simple festival gore (si vols, descafeinat, pero molt catxondo) d’un fan del gore per entretenir al public de festivals de genere sedientos de brutalitat. Res mes.
David Vilaplana Cantero Allà vaig. Jo també crec que lo del missatge és de boquilla. Però si pretenia fer-me desconectar i oferir-me un festival sense més, l’ha ben cagada, perquè vol dir que tota la primera meitat és un relleno del copón, i a sobre el fa quedar com un fatxa (que pot ser que ho sigui).
Parte 2:
Samdra Rogen La primera meitat es per justificar el viatge i coneixer personatges jo crec, res mes.
Zyssa Yöpiz Per mi va ser inaguantable, des del principi. Una pel·lícula totalment vuida i ni tan sols «gore» com podria. Les meravelloses formigues… «Cuando ruge la marabunta» li donen mil voltes; les escenes cómiques estil «Scary Movie», pa ké?. Si vull sang i fetge, me’n veig una altra pel·li, i si vull denúncia (?) social, també. La meva opinió personal sobre el director… me la guardo…. jajjajajajajjajaj
David Vilaplana Cantero En definitiva, a mi crítica me remito XD