A pesar del desarrollo que alcanzó en el pasado, el musical no es uno de los géneros más populares de las últimas décadas. Si acaso, se deja caer con cuentagotas alguna que otra adaptación de Broadway y, de cuando en cuando, nos llega alguna sorpresa como La La Land (Damien Chazelle, 2016). Desde las cintas de claqué a los clásicos animados de la Disney, el teatro neoyorquino siempre ha sido una de las principales fuentes de inspiración para el género, ya fuera de manera directa o indirecta. Pero también ha habido películas que se han salido de la norma, que han escarbado en otros lugares y géneros musicales, y que han tratado de romper convenciones. Hoy recordamos algunas de ellas:
Granujas a todo ritmo (John Landis, 1980)
Viene completamente al pelo ahora que nos ha dejado Aretha Franklin, pero ver las aventuras de los Blues Brothers en la gran pantalla es un absoluto desparrame. Dan Aykroyd y John Belushi destrozan todo a su paso mientras huyen de los elementos más variopintos y desfilan de actuación en actuación a través de un auténtico all stars del soul. Granujas a todo ritmo es una máquina de triturar dólares, con grandes coreografías, cantantes y persecuciones, en las que no se escatiman ni siquiera tanques. Tan pasada de vueltas que parece un milagro que financiaran una secuela.
Tenacious D: Dando la nota (Liam Lynch, 2006)
Otra pareja de descerebrados que se lanzan a la aventura son Jack Black y Kyle Gass con su grupo Tenacious D. Desde luego su película no tiene el caché de la producción de Landis, pero cuenta con el mérito de colar en los 2000s una carta de amor al hard rock con un buen puñado de momentos divertidos y algunos temas muy pegadizos. Nada más que por ver cómo el padre de un infante Jack Black lo pone a rezar como castigo, y este alza sus plegarias al mismísismo Ronnie James Dio, ya vale la pena.
The Legend of Beaver Dam (Jerome Sable, 2010)
En tan solo doce minutos, el debutante Jerome Sable conseguía aunar comedia, terror y musical con una efectividad inusitada. Una historia muy sencilla y directa que, por su misma brevedad y ritmo, fue todo un golpe de aire fresco que hacía presagiar algo grande. Unos años más tarde, en 2014, intentó el salto al largo con Stage Fright, pero no consiguió explotar todo el potencial de su fórmula. Por el momento, nos queda esta ajetreada noche con boy scouts y asesino de por medio.
El fantasma del paraíso (Brian De Palma, 1974)
El mundo discográfico se entrelaza con El fantasma de la ópera y el mito de Fausto en un delirio memorable, tan hijo de su época como de su director. Con una creatividad desbordante y sin cortapisas, El fantasma del paraíso es por momentos divertida, trágica o directamente terrorífica. Puede que nos encontremos ante la opera rock definitiva, y una de las mejores películas de De Palma, lo cual no es decir poco. Si solamente pudiéramos salvar una cinta del género, esta tendría muchos números para ser la elegida.
Que genial!
Para cuando una parte 2? necesito mas musicales.
Dudo que pueda sacar algo que no hayas visto ya, pero lo intentaremos!