Para ser fieles a la filosofía del festival, y comprometidos con las iniciativas de pequeña envergadura, comenzamos nuestra andadura por ese certamen virtual que es el Atlántida seleccionando una serie de títulos nacidos dentro de nuestras fronteras (al menos en cuanto al nombre de sus artífices) y en los límites de la industria cinematográfica. O más bien completamente al margen, puesto que en la mayoría de casos la escasez de recursos y los títulos de crédito parecen anunciar un alto grado de autofinanciación, o bien una pobre (si acaso existente) remuneración para el equipo que los saca adelante. Un elemento que no tiene por qué suponer un gran obstáculo para la calidad de las propuestas, pero sí para la dignificación del trabajo de sus autores.
Empezamos con «Toastmaster«, tal vez la menos española de las españolas, por el simple hecho de que está ambientada en Estados Unidos y hablada en inglés. A medio camino entre la comedia indie y el folclorismo con voluntad entrañable, esta historia de un joven armenio debatiéndose entre la modernidad (el indie) y la enraizada tradición de su tío (el folclorismo entrañable), cuenta con un guión en que el desarrollo no está del todo pulido, que avanza de forma algo mecánica. No faltan buenas intenciones, y algunas imágenes están conseguidas, pero los actores (especialmente el protagonista, carente de carisma y que tiende a moverse como si fuera un extra), se notan rígidos con sus líneas. Lo mejor, la pequeña de la función.
El cine de género fantástico/suspense/terror, cuyo resurgir está insuflando nueva vida al cine patrio, atrae también a los directores noveles. Así lo demuestra «#REALMOVIE«, al amparo del canal de televisión Calle 13. Resulta curioso que esta gincana de pruebas para salvar la vida de la hermana de la protagonista se haga pesada, empero la brevedad de la película (apenas sesenta minutos). Pero lo cierto es que transmite una impresión de relleno, de apuesta descafeinada. Las actrices se esfuerzan, pero no son capaces de levantar la película. En su defensa, los limitados recursos con los que se ha realizado y el encomiable intento de integrar el fenómeno de las redes sociales en su trama. Pese a todo, se halla lejos de convertirse en trending topic.
Algo de mejor suerte corre “Reset”, una incursión también modesta en el subgénero del ‘doctor loco’, con una premisa que juguetea con la grima de la lobotomía y que consigue generar dentera en determinados momentos. Lástima de una protagonista cuya virtud no es precisamente la actuación y de un desarrollo que, si bien se sostiene en líneas generales, deja la sensación de que falta algo. Algo similar a lo que ocurría no hace tanto con “El cuerpo” (Oriol Paulo, 2012). Entretenida, pero también olvidable.
Le toca el turno a la afamada ESCAC, que en los últimos años está desarrollando una actividad productiva (y de posterior exportación de profesionales al mundo laboral) muy reseñable. Lo cual no significa que la calidad del producto esté siempre garantizada, tal y como demuesta “Los inocentes”, un slasher al uso, muy al uso, que tiene el atrevimiento (o la temeridad) de repartir su dirección entre 12 personas, pese a tratarse de un relato lineal de tan solo una hora de duración. El punto de partida es tan ridículo como disfrutable; incluso resulta divertido oir a los clichés con patas que son los protagonistas. Pero, poco a poco, y sobretodo a partir de la mitad de la cinta, la ausencia de originalidad acaba por pesar sobre las virtudes, y los pocos atisbos que tiene de ella, rayan la vergüenza ajena. Aunque los jóvenes realizadores tienen bien aprendidas las reglas del género y despliegan capacidad narrativa, el conjunto (más allá de un empaque técnico de alto nivel) no deja de parecer una práctica de graduación.
También salió de la barcelonesa escuela de cine Liliana Torres, que se lanza al ruedo en solitario con «Family tour«, una película que bien podría estar inspirada en los slice of life tan de moda actualmente en el cómic (normalmente rebautizado como ‘novela gráfica’ para los que se dedican al género). Ocurre algo curioso con “Family tour”. Está muy bien la protagonista, Nuria Gago (aunque su personaje resulte en ocasiones algo repelente). Resulta atrevido, valiente, estimulante, el hecho de que el resto de papeles recaigan sobre los familiares de la directora, que se interpretan a sí mismos. Pero de la mezcla surge un fuerte choque. La película discurre en dos realidades paralelas: la de Gago y la de estos no profesionales, por los cuales uno no puede dejar de sufrir, dadas sus lógicas limitaciones actorales. Las formas son buenas, el formato está por lo general bien aprovechado, pero el efecto global es algo artificial, justo al contrario de lo que parece pretender su autora.
Cerramos el círculo con «Estos días«, otro mediometraje que recurre a la historia mínima, en este caso la de una relación que se rompe. Su director y absoluto artífice, Diego Llorente, gestiona bien el encuadre y (esta vez sí) los actores. También es cierto que abusa de la no acción, de los espacios negros y el montaje sincopado. Pero seguramente es el que mejor sabe desarrollar el conjunto de entre los mencionados hasta ahora y hay algo atractivo en la austeridad de sus formas, aunque a la historia le falte un mayor empaque para conseguir destacar (más tras haber presenciado durante el último curso mastodontes de la exploración cotidiana como “La vida de Adéle” de Abdellatif Kechiche).
En definitiva: las intenciones son (bastante) mejores que los resultados. La sensación conjunta es algo decepcionante, puesto que no se percibe una redefinición sólida de la ficción española, como hubiéramos deseado. Aunque justo es destacar que, en muchos casos, sí se observa potencial en estos jóvenes directores, que probablemente se habrán aprovechado de estas primeras experiencias para foguearse en el largometraje y (esperemos) podrán ofrecernos, en un futuro más próximo que lejano, algunas muestras de buen cine.
Esto… me lo pinta usted muy mal, jajaja
Desgraciadamente es lo que hay. Creo que en la siguiente entrega tendré mejores noticias. Tal vez tendría que haber empezado por otro lado…