Crónica Sitges 2012: Día 9

Como no hay nada que me sulibelle a primera hora, decido aprovechar para descansar después de la trasnochada. Ya cerca del mediodía, un amigo me convence para que me olvide de lo nuevo de Makoto Shinkai, «Children who chase lost voices» -que pienso recuperar cuando pueda en DVD-, para visionar un clásico de neoculto, palabra que se lleva en el Festival de este año: se trata de «Nightbreed», de Clive Barker («Hellraiser», 1987).

La película se presenta de una forma bastante especial, que se da en llamar «Nightbreed: The Cabal Cut«. Es un corte nuevo de la aquí llamada «Razas de noche» (1990) que, según cuentan, fue una de esas ‘películas-escabechina’ por parte de la productora. El encargado de esta nueva versión, Russell Cherrington, usó un par de copias descubiertas con multitud de nuevo material pero un handycap muy importante: eran en VHS. Aunque explica que Barker lloró de emoción al ver recuperada su visión inicial de la película, lo cierto es que, como mínimo en pantalla grande, la experiencia se resiente bastante dados los múltiples y bruscos cambios de calidad, que deja bastante que desear. Si a eso se le suma la proyección en versión original sin subtitular, habría que dar un toque de atención importante a la organización por no avisar a los espectadores de las condiciones de la sesión. La película tiene su encanto, con un tratamiento visual muy propio de la época y que personalmente adoro en el género fantástico, aderezada con grandes cantidades de maquillaje y efectos físicos, sin contar con la aparición estelar de David Cronenberg. A pesar de ello, se ve lastrada por los factores mencionados, e incluso se percibe un exceso de metraje. En cualquier caso, para el neófito (como es el caso de un servidor), no resulta la mejor forma de acercarse a la cinta, aunque se puede apreciar la emoción de ver un remezclado completamente nuevo de una historia que despierta gran cariño en el aficionado.

Continúo con otro caso peculiar, como es el de dos mediometrajes de un cineasta completamente outsider, Antoni Padrós, en una nueva sesión especial presentada desde la Filmoteca. Se proyecta su última película, «L’home precís«, que se antoja algo torpe, con una narración bastante acartonada, y con un uso del encadenado y del color que se atisba interesante por momentos, pero dudosa y cutre en su conjunto. Una creación críptica, pero que no consigue atrapar al espectador. La recuperación de una anterior creación del director, «Swedenborg«, es más estimulante. Contando con una sencilla base, y hecha con los mismos (limitadísimos) medios, el resultado es sin embargo mucho más sugerente, buscando siempre un toque diferente, underground, que sorprende dentro de nuestro cine -la película data del año 1971. Una rareza interesante, aunque no acabe de compartir el entusiasmo demostrado por los encargados de presentar las copias.

A partir de este punto, se desata el infierno en Sitges. Sin posibilidad de asistir a ninguna sesión que no sea abierta para prensa (las entradas limitadas han volado), hago un paréntesis para tomar algo mientras empieza a llover a cántaros. Lejos de amainar, la cosa adquiere proporciones bíblicas. A pesar de ello, finalmente me lanzo al ruedo de llegar hasta el Retiro para ver la próxima proyección. En los 300 metros que me separan del lugar, acabo completamente empapado, y entro en la sala con la película ya comenzada.

Hablamos, ni más ni menos, de «Dragon» (o «Wu Xia», como se la conoce más ampliamente), la última producción de artes marciales con Donnie Yen al frente del reparto. Se trata de un relato altamente entretenido, donde se mezcla, tal y como avisan en la programación, el kung-fu de época con la investigación a lo «Sherlock Holmes» de Guy Ritchie. El ritmo no deja lugar al aburrimiento, presenciamos un par de coreografías planteadas de forma bastante original, la historia resulta divertida, el reparto carismático (¡atención también a la presencia de Takeshi Kaneshiro!)… Nada especial que objetar a la película de Peter Chan, que se alza con el Premio Casa Àsia de esta edición.

Sigo calado hasta los huesos, de forma que, lamentándolo profundamente, no asisto a la fiesta del cortometraje «Yuri’s Omen» a la que había sido invitado por unos colegas. Mientras aún llovizna, decido quedarme donde estoy y asisto a «Tower Block«, película que, nos avisan antes de la proyección, ha recibido el Premio de la Sección Fantàstic Panorama. La premisa de la propuesta de James Nunn y Ronnie Thompson es tremendamente sencilla, a la vez que eficaz: un grupo de personas se queda atrapada en un edificio bajo la amenaza de un francotirador. Ciertamente, el dibujo de los personajes funciona, el esquema de grupo encerrado en situación extrema explota en las direcciones correctas y el resultado es un relato compacto, directo, sin florituras. A pesar de ello, se echa en falta un par de gotas más de profundidad en el mismo, que desemboca en una conclusión que sabe a poco tras la escalada que ha desarrollado la película. La ovación, en cualquier caso, es amplia y generalizada; se trata de un producto de entretenimiento competente.

No tengo oportunidad de ver más películas hoy, uno de los días más discretos en lo que va de certamen, así que marcho a casa, aún con la ropa húmeda y preparado, tras el asequible ritmo de los últimos días, para una buena traca final el sábado.

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