Hay que rendirse a la evidencia de que «Prometheus» es fácilmente destrozable para el que se lo proponga. Es algo que se le puede agradecer principalmente a los guionistas de la película, Damon Lindelof y John Spaihts (aunque toda la ‘gloria’ se la esté llevando el primero por la fama adquirida en la serie «Perdidos»). Siendo más atrevidos, también habría que achacarle cierta responsabilidad a Ridley Scott que, a estas alturas, seguro tiene el poder necesario para meter mano en los guiones que rueda, máxime cuando él figura también como productor de la película.
En cientos de páginas puede oírse hablar del carácter estúpido de muchos personajes, de lo incongruente de ciertas acciones o de lo inverosímil de otras secuencias -sin olvidar el descarado cliffhanger final, que convertiría la película en una estafa si no tuviéramos la certeza de que va a venir seguida de una continuación. Gran parte de esas quejas son ciertas, aunque se termine cayendo en una intransigencia directamente proporcional al bombo que se le dio a la cinta desde el primer instante de su promoción y al inflado ego de su realizador.
Más allá de esas críticas, se pueden encontrar un buen puñado de aspectos positivos en «Prometheus». Uno de ellos, tal vez el menos meritorio, es que la película se beneficia sobremanera -guste más o menos la forma en que se engarzan las historias- de la existencia de «Alien» (Ridley Scott, 1979). El espectador aficionado al clásico puede encontrar estimulante el ir buscando detalles a lo largo de la película que lo referencien, ayudando a sobrellevar el discreto trabajo del libreto. Resulta emocionante descubrir las similitudes en los diseños de trajes y escenarios, hasta recuperar la estética original de Giger y, lejanamente, Moebius. Estética que contribuye a crear un estilo de ambientación que se añoraba en el cine actual y que aporta una textura especial a la película, que resulta impresionante en el apartado visual.
Si a eso se le suma la elegancia de Scott a la hora de componer planos, el reseñable trabajo de los protagonistas (Noomi Rapace y Michael Fassbender), el agradecido uso atmosférico del 3D y un par de secuencias rodadas con verdadero nervio, «Prometheus» es una experiencia que, lejos de ser perfecta, sí que resulta una de las muestras de ciencia ficción más atractivas que se han podido ver en cines en los últimos años -y también una de las que serán más exageradamente denostadas.