[•REC]³ Génesis

La saga [REC] significa más para el cine español que un puntual éxito en taquilla (la que, al fin y al cabo, mueve el mundillo). Es el asentamiento de un proceso de renovación del cine patrio que encabezó Álex de la Iglesia en su día y que ha ido continuando una nueva generación de cineastas en el esfuerzo, cada vez más exitoso, de producir películas que lleguen al gran público y que puedan mirar de tú a tú a las cintas extranjeras -estadounidenses para más señas-, sin perder por ello una personalidad propia. Lo que llaman “crear industria”. Las cintas de género (fantástico, terror, thriller), han tenido un papel preponderante en esa evolución, y esta tendencia nos ha dado cada vez más alegrías a lo largo de los últimos años -aunque no siempre suficientemente reconocidas; ahí está el inexplicable batacazo de la estupenda “Extraterrestre” de Nacho Vigalondo.

A partir de [REC], la cosa da un paso más allá con la introducción de una palabra mágica, ‘franquicia’. De éxito. Aunque el nombre de Jaume Balagueró sonó con mucha más fuerza durante la primera etapa de la saga –vaya usted a saber por qué-, Paco Plaza demuestra a los más despistados con esta última entrega, firmada en solitario, que no estaba allí de adorno. Ambientada esta vez en una boda, “[REC]³ Génesis” es una película no sólo con valor cinematográfico, sino también con valor histórico, ya que representa la culminación de ese proceso de búsqueda de la autoestima, cristalizado en una pérdida total de complejos, en un ‘nos atrevemos con todo’ que se recibe como agua bendita -que ya tiene gracia hablando de esta serie.

Todo hay que decirlo, como precuela “[REC]³” no aporta muchas respuestas, o como mínimo no sustanciales, a las preguntas que se hayan podido generar a lo largo de las anteriores entregas (si un caso, destapa nuevos interrogantes). Sin embargo, eso no lastra una cinta que funciona a la perfección de forma autónoma y que se disfruta a cada minuto. Con un mimo especial en sus protagonistas, unos estupendos Leticia Dolera –icono del cine de terror patrio desde ahora mismo- y Diego Martín, la escasa hora y cuarto de la película resulta más que suficiente (aleluya) para contar una historia en la que el terror pasa a un segundo plano y la aventura y la comedia negra cobran importancia. Un giro en el tono que viene sentenciado al cambiar el formato mismo de la cinta, en un ejercicio metacinematográfico de primer orden, de perversión de las reglas autoimpuestas y que, lejos de parecer forzado, surge de manera -casi inexplicablemente- fluida. No sin antes haber aprovechado con inteligencia el formato característico de las anteriores entregas para acercarnos a la situación y los personajes, añorando unos bailes con Tino Casal que volverán entre borbotón y borbotón de sangre. Golpe maestro.

Otro de los grandes logros de la franquicia, únicamente corroborado ahora que puede degustarse esta tercera parte, es el de dotar de entidad propia a cada una de sus entregas (recordemos la saga Alien), consiguiendo mantener la viveza inicial y huyendo del tan común error del igual pero más todavía. Del cambio argumental de la primera secuela al tonal y formal de esta última, la marca [REC] cuenta con una salud envidiable, seguramente favorecida por la sabia elección de reducir a una las sillas de director.

Así, “[REC]³ Génesis” se permite explorar todos los rincones de la serie B. Hay gore casquillero, romanticismo sin concesiones, humor malsano, referencias pop… incluso sorprende –en momentos bajos del Estado pluricultural- la natural catalanidad de la historia; elementos todos ellos que apostillan un film absolutamente desmelenado, que permite a nuestra cinematografía caminar definitivamente mirando hacia delante en vez de hacia los lados. Hasta que la muerte nos separe.